Hoy 27 de julio de 2017 se cumplen 208 años del inicio de la Batalla de Talavera, cuyo enfrentamiento se desarrolló entre el 27 y 28 de julio de 1809 entre las tropas hispano-británicas y las tropas francesas. La batalla de Talavera fue una de tantas batallas dentro de la Guerra de la Independencia, pero con la diferencia de que fue la primera victoria entre las tropas aliadas –Gran Bretaña y España- contra el ejército invasor francés.

Dos de mayo de 1808. La carga de los mamelucos. Francisco de Goya. Museo del Prado.

Antes de irnos a finales de julio de 1809, debemos contar que en mayo de 1808 estalla la guerra tras la entrada de los ejércitos napoleónicos en España. El 27 octubre de 1807 Manuel Godoy –valido de Carlos IV- había firmado el Tratado de Fontainebleau con Napoleón, por el cual España dejaba entrar a las tropas francesas por territorio español para invadir Portugal. Portugal era aliado fiel de Gran Bretaña, quien se encontraba en guerra con Francia, por lo que controlar Portugal significaba consolidar el bloqueo continental contra Gran Bretaña. Este tratado permitió que en apenas dos meses Lisboa cayera ante el francés, aunque las tropas francesas fueron cruzando los Pirineos y tomando posición por toda la península. Así, el 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levanta en armas contra los franceses y el famoso “Bando de los alcaldes de Móstoles” instando a tomar las armas llega a Talavera en la madrugada del 3 de mayo.

Talavera siembre se ha destacado por encontrarse situada en una importante enclave geoestratégico. Estaba cerca de Madrid y de Toledo, además era lugar de paso hacia Portugal, por lo que esta plaza era fundamental tanto para las tropas francesas como para el ejército hispano-británico.

En noviembre de 1808 las tropas españolas al mando del General Benito San Juan son derrotadas en la batalla de Somosierra y el 4 de diciembre el propio Napoleón entra triunfal en Madrid. Tras estos acontecimientos la Junta Suprema Central que residía en Aranjuez y estaba presidida por el Conde de Floridablanca decide trasladarse hacia el sur, instalándose en Cádiz (de aquí saldrá la obra legislativa de las Cortes de Cádiz) y pasando por Talavera entre el 4 y 6 de diciembre de 1808.

Tras la batalla de Somosierra cerca de 7.000 soldados llegaron a Talavera. Tras ellos llegó a Talavera el general Benito San Juan con la intención de reorganizar su ejército, pero la soldadesca presa de la ira ante la pérdida de la batalla lo acusó de traidor y los asesinó. Días después, el ejército napoleónico siguió avanzando hacia Portugal, conquistando Talavera a finales de diciembre de 1808.

Batalla de Talavera. Julio Mayo (1974). Ayuntamiento de Talavera de la Reina

En abril de 1809 llega a Portugal Sir Arthur Wellesley –posteriormente Duque de Wellington-  y lleva a cabo la llamada Campaña del Tajo. Wellesley y el general Gregorio García inician una campaña conjunta para combatir al mariscal francés Victor que se encontraba acantonado en la zona de Talavera y del río el Alberche, así pues, ante la presión de ambos generales el mariscal decide abandonar Talavera el 22 de julio quemando antes cosechas, casas y realizando toda clase de estragos en la ciudad.

Imagínense el calor de justicia de aquel julio de 1809, con una ciudad desolada y arrasada por el paso de la guerra, que había perdido todas sus cosechas y se encontraba paralizada y destrozada económicamente, rodeada por las tropas hispano-británicas protegiendo la plaza y con las tropas francesas acechándola para volver a conquistarla. Así se sucedieron los siguientes días de julio hasta que el 27 de julio de 1808 comienza el primer ataque en el campo de batalla.

Mapa de la batalla de Talavera 1809. Fuente: Wikipedia.

Para que se sitúen, la batalla se desarrolló entre la sierra de Segurilla al Norte hasta Talavera y el río Tajo al sur y toda la zona al oeste de la villa, mientras que los franceses ocuparon la zona este, separando ambos ejércitos el arroyo de la Portiña. Las tropas francesas del mariscal Victor se habían visto reforzadas por las fuerzas del propio José Bonaparte y de Sebastiani, alcanzado entre los tres militares cerca de 45.000 soldados, mientras que las tropas hispano-británicas estaban comandadas por los generales Wellesley y Cuesta. La batalla se desarrolló entre el 27 y 28 de julio de 1809. Desde la mañana del 27 hasta bien entrada la madrugada del 28 ambos contendientes soportaron los ataques del contrario situándose Wellesly en lo alto del cerro de Medellín y Sierra de Segurilla en una situación más ventajosa, pues desde esa posición se podía divisar el campo de batalla. En la mañana del 28 de julio se volvieron a reanudar los ataques que fueron repelidos de nuevo, por lo que a última hora de la tarde el ejército francés se retiró perdiendo la batalla de Talavera.

La victoria fue poco rentabilizada. El mariscal Soult tomó Plasencia a principios de agosto, quedando comprometida la ruta de retirada hacia Portugal, por lo que Wesslesly junto a sus tropas se dirigió a Plasencia entre el 2 y el 3 de agosto dejando desprotegida Talavera. Así, el 6 de agosto de 1809 el mariscal Victor  volvió a Talavera recuperando la plaza y tomando represalias contra una población diezmada que había ayudado a las tropas hispano-británicas y teniéndose que ocupar de miles de heridos como consecuencia de la batalla. De esta manera, Talavera estaría ocupada casi de forma intermitente hasta ser liberada definitivamente el 3 de abril de 1813.

La guerra dejó una Talavera diezmada. A principios del siglo XIX en la villa habitaban unos 6.500 vecinos, miles de ellos huyeron desde diciembre de 1808 por el temor a la entrada de tropas francesas, el resto de sus habitantes tuvieron que soportar saqueos, quema de cosechas, destrozos de patrimonio, represalias del invasor y toda serie de tropelías. A partir de 1813 la población se fue recuperando poco a poco y sabemos que en 1814 la población ascendía a unos 3.300 vecinos.

Laurel plantado en 1909 para conmemorar el centenario de la batalla de Talavera. Jardines del Prado.

Hoy nos queda como recuerdo de la batalla de Talavera el laurel plantado en 1909 en los jardines del Prado durante su primer centenario, y un monolito junto al cerro de Medellín. En 1990 fue erigido en el cerro de Medellín un monumento conmemorativo testimonio de lo ocurrido allí hace 200 años, símbolo de la superación del enfrentamiento entre naciones.

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