Ya están aquí de nuevo Las Mondas. Nada más finalizar la quema del Judas, sin apenas respirar los talaveranos encadenamos las celebraciones de Semana Santa con las fiestas más antiguas de España (o así lo dicen en muchos libros). Y es fácil creerlo, ya que es difícil superar su origen bimilenario, pues como todos sabemos esta celebración arranca en la época romana con las ofrendas que los habitantes de esta comarca realizaban a la diosa Ceres. Los festejos a la diosa de la Agricultura y la Ganadería tenían lugar entre el 2 y el 19 de abril, fechas que este año coinciden, si bien no se extienden tanto en el tiempo. Aunque hay que decir que desde que esta fiesta se cristianizó no tiene fecha fija, pues depende de la finalización de la Semana Santa.

Como decíamos es una fiesta bimilenaria, algo que tiene mucho mérito, pues se ha conservado a lo largo de los siglos en la memoria de los habitantes de esta tierra a pesar de los avatares de la historia superando altos y bajos.

Hoy nos vamos a centrar en el mayor resurgimiento de las Mondas, éste tuvo lugar en el siglo XVI. Tal y como dice el historiador Angel Ballesteros en uno de sus escritos «La celebración de las fiestas de las Mondas no llegó a perderse nunca. Como si se tratara de un viejo tributo, cada año Talavera y sus tierras se acercaban a la Ermita de la Virgen del Prado para celebrar, en su honor, las fiestas de las Mondas. Sin embargo esta fiesta se agiganta a partir de 1515, fecha en que se hace una escritura que coordine la celebración de las Mondas a partir de esa fecha«. En 1507 Talavera se compromete, bajo voto, a celebrar con el máximo de solemnidad las fiestas de la Virgen si aleja de la ciudad la peste de 1507. Para dar cumplimiento a esa promesa hecha, se lleva a cabo la escritura de las fiestas de las Mondas que se celebran todos los años, a Nuestra Señora del Prado de Talavera; cuya fundación se hizo de nuevo, por haberse perdido la fundación antigua de dichas fiestas, en el año 1515. «Esta escritura se hizo ante el escribano Pedro Gómez el 30 de marzo de 1515, fue aprobada por el Papa Clemente VII el 20 de agosto de 1529 y en 1585, el 22 de marzo, la volvió a confirmar el Papa Gregorio XIII».

En esta carta se dice que lo primero que se hacía al finalizar la misa de Resurrección, era solicitar la recogida de leña por parte de la población, cuyo fin era ser quemada en los hogares más pobres y en los hospitales de la ciudad que; para ello el domingo se dedicaban a dicha recogida y aunque inicialmente se utilizaban el lunes y el martes de Pascua para efectuar su distribución entre las parroquias, finalmente se realizará  el lunes en un solo y gran cortejo para que la gente no desatendiera sus respectivos trabajos.

Toda la ciudad participaba en esta ceremonia que tenía que ser grandiosa, ya que el cortejo, abierto por los caballeros, seguidos por tambores y timbales, los pendones de cada iglesia seguidos de un sinnúmero de carretas repletas de leña, las autoridades, los eclesiásticos, gran número de gente. Su recorrido comenzaba en la puerta de la Miel, de allí a la de Mérida, pasando por la plaza
de la Colegial iban a la puerta Nueva y después por la calle de Toledo se encaminaban a la Ermita. Cuando esta rara procesión pasaba junto a una iglesia, en la torre de ésta se hacía toque de campana. El jueves, el viernes y el sábado giraban en tomo a los toro.

Con un poco de imaginación podemos hacernos a la idea de lo que debía de ser ese gran cortejo, pero si no es el caso, aquí les dejo un link al blog del historiador Méndez Cabezas en el que nos cuenta como transcurría este gran día a través de  El tamborino de Mondas. 

Ya conocemos un poquito más de esta fiesta que actualmente es de interés Turístico Nacional, pero que no tiene la importancia y el esplendor de la Edad Media. Eso no significa que no podamos disfrutarla plenamente. ¡¡¡Les deseamos que tengan unas buenas Mondas!!!

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